Aquest és un article que va sortir publicat a Asturies el 30/03/09, és una mica llarg...però val la pena!!!
Cinco años y un vuelo de doce horas. Éste es el tiempo que separaba a un matrimonio de La Arena de la más plena de las felicidades. El sábado, a las ocho y media de la tarde, Conchi Fernández y Víctor Manuel Suárez aterrizaban en el aeropuerto de Asturias acompañados por la que ya es su hija, Daniela Xian, una niña de 15 meses despierta y risueña que por primera vez en su vida forma parte de una familia tras dejar atrás los muros del orfanato de Nanchang, capital de la provincia de Jiangxi, sita en el sudeste de China. Tras su llegada al Principado, Daniela pasó ayer su primer día en Asturias descansando y adaptándose al cambio horario y, cómo no, emocionando con sus sonrisas a todos los que la rodeaban.
El timbre de la casa de la avenida de la Constitución en la que viven Conchi y Víctor no paró de sonar ayer. La llegada de Daniela Xian ha atraído a familiares y a amigos que querían conocer a la pequeña. Atrás queda un arduo proceso de adopción iniciado en agosto de 2004. «El primer paso fue iniciar los trámites, para ello contamos con el asesoramiento del Principado. Obtuvimos el certificado de idoneidad, una serie de entrevistas con psicólogos y asistentes sociales, y después tuvimos que reunir varios documentos y legalizarlos para poder enviarlos a China», comenta Víctor Manuel Suárez y hace referencia a la lentitud del proceso. «El 28 de enero de 2008 nos llegaba la noticia de que nos había sido asignada una niña. Tras aceptar, el Gobierno chino nos envió una carta de invitación, requisito indispensable para recibir a la pequeña».
Conchi y Juan partieron hacia China el pasado día 11 de marzo. Junto a ellos, otras dieciséis familias españolas viajaban para conocer a sus hijos. Tras una estancia de dos días en el frío Pekín, en la que hubo tiempo para algún que otro paseo por la plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida, el matrimonio se desplazó a la sureña capital Nanchang: el encuentro era inminente, apenas restaban unas horas.
Envueltos por el denso y caótico tráfico de las carreteras de la República Popular China, las familias llegaron a un hotel que había sido elegido para la entrega de los pequeños a sus respectivos padres adoptivos. En el hall del inmueble los minutos se hacían eternos y el segundero parecía permanecer inmóvil aquella mañana del pasado día 16. «En cuanto los niños y las niñas llegaron, todas las familias comenzaron a llorar, fue algo impresionante, era imposible no emocionarse», afirma Conchi Fernández, dejando entrever en sus ojos aún las lágrimas de alegría brotadas en aquel instante.
«Nos habían puesto en lo peor y avisado de que la niña nos podía rechazar. Pero no fue así», apunta Víctor Manuel Suárez. Y es que Daniela Xian se mostró tranquila desde el primer momento, igual que ayer en su casa, achuchada por sus padres y brindando a propios y ajenos carcajadas al mismo tiempo que con su manita jugaba a los «cinco lobitos».
Las horas del vuelo de regreso se hicieron más livianas en compañía de Daniela. Ya era la tarde noche del sábado cuando el avión que traía de vuelta a la familia sotobarquense tocaba tierra en Santiago del Monte. En el interior de la terminal la alegría se palpaba en el ambiente. Una treintena de personas esperaba con pancartas de bienvenida a Conchi, a Víctor y a la pequeña. Cuando las puertas automáticas de la sala de llegada se abrieron de par en par, el jolgorio se desató. «Fue una gran sorpresa, no nos esperábamos un recibimiento así por parte de nuestros amigos y familiares», afirma Conchi Fernández. Daniela por fin estaba en casa.
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