China, 60 años de contradicciones
La república comunista celebra el proximo 1 de octubre los grandes éxitos de su apertura y reforma económica, pero parece olvidar los episodios de represión
El régimen comunista más antiguo de los que sobrevivieron a la caída del muro de Berlín, una China llena de contradicciones pero destinada a mirar de igual a igual a Estados Unidos en este siglo, celebra el próximo 1 de octubre, con un desfile militar, sus 60 años de vida, un periodo turbulento lleno de proezas y fracasos.
Las banderas en las puertas de las casas, las decoraciones florales cantando las victorias de la revolución, los carteles con el número 60 en todas las avenidas, el inmenso operativo de seguridad: todo listo para que el régimen fundado por Mao Tse- Tung proclame los éxitos del “socialismo con características chinas”.
El aparato oficial recuerda sólo los éxitos de las últimas seis décadas, desde la entrada del país en el club de las potencias nucleares (en 1964) hasta el regreso de Beijing a Naciones Unidas (en 1971), en detrimento de la República de China refugiada en Taiwán.
Lo más llamativo
No obstante, en estos días se recordarán, por más recientes y llamativos, los éxitos de los últimos 30 años, los de la China de la “reforma y apertura” que inició Deng Xiaoping y que transformaron diametralmente al país —desde la ideología ciega de Mao al pragmatismo del todo vale— sin cambiar lo esencial, el sistema político.
Los logros no son nada desdeñables: de los 250 millones de pobres que había en el país en 1978, hoy la cifra es de 25 millones. También hay éxitos puntuales que el régimen comunista ha convertido en símbolos de que su fórmula capitalista con retórica marxista funciona: el retorno de Hong Kong a China tras las arduas negociaciones con Margaret Thatcher (1997), el ingreso en la Organización Mundial del Comercio (en 2001), el primer viaje espacial de un astronauta chino (2003) y los Juegos Olímpicos de Beijing (en 2008).
En cambio, el régimen chino no recordará los episodios más amargos en esta larga marcha hacia el desarrollo, incluyendo a los cerca de 30 millones de muertos que produjo la desastrosa política desarrollista del Gran Salto Adelante (1956-59) o las muertes y traumas de toda una generación durante la Revolución Cultural (1966-76). Tampoco para revisar la matanza de estudiantes de 1989, que constató que el régimen comunista no estaba dispuesto a una transición pacífica a la democracia como la que en aquellos años tenía lugar en otros regímenes socialistas.
En busca del liderazgo
China es un país lleno de asombrosas contradicciones: la nación que más contamina en el mundo hace lo indecible para salvar especies en extinción como los pandas; es una nación que tiene todavía más bolsas de pobreza en sus áreas rurales pero que, al mismo tiempo, amenaza con alcanzar en la carrera espacial a Estados Unidos y la Unión Europea. Tras 60 años de comunismo, ¿cuál es el futuro del régimen? Para su primer ministro, Wen Jiabao, no hay dudas: “China puede liderar mundialmente en economía, ciencia y tecnología”.
Para los chinos, desencantados del idealismo de los 60 y amedrentados por la represión de 1989, la salida parece ser una lenta carrera de desarrollo, que quizá en el futuro desemboque en una oposición legal o en una democracia de oligarcas, al estilo de sus vecinas Japón y Corea del Sur.
La creciente brecha entre ricos y pobres, así como la corrupción y el descontento de minorías como tibetanos y uigures parecen las principales amenazas a estos planes de “ascenso suave”.